Parte inevitable de la vida es verse enfrentado a decidir, y parte de decidir es la consecuencia que trae cada decisión. No siempre decidimos tan conscientemente, pero siempre seremos consientes de las consecuencias que recibimos luego de decidir
En esto de las consecuencias
tenemos dos: unas que nos agradan así que llamamos “aciertos” y otras que,
definitivamente, nos desagradan así que las llamamos “error”. Los aciertos son buenos, pues siempre vemos su beneficio, pero los errores son tortuosos porque es
la decisión que hemos hecho que nos hace sufrir, en mayor o menor intensidad.
Lo que es agravado porque no sólo nos hace sufrir a nosotros, sino a todo aquel
que se vea involucrado en la esfera de causas y efectos a partir de una
decisión nuestra.
Las consecuencias son inevitables
y equivocarnos será parte intrínseca de la vida (no voluntariamente, por cierto),
así que podemos torturarnos por nuestros errores dejando que ellos nos aplasten,
ignorarlos (eso jamás resulta) o reciclarlos. Reciclamos cuando sacamos todo aquello que puede ser útil
de ese error, que por lo general es aprender a decidir de mejor manera. Pero
que también es aprender a hacer o no hacer, a decir o no decir porque el aprendizaje
siempre nos llevará a acciones concretas. Aprender nos hace crecer y crecer
siempre es bueno, así que esta es la parte reciclable del error.
El tiempo no vuelve atrás y no
podemos cambiar lo que hemos hecho o lo que
no hemos hecho, pero el tiempo avanza y la esperanza está en que cada día es
una nueva oportunidad (sus misericordias son nuevas cada día...). Sin embargo el pasado debe reciclarse, debe amarse y
valorarse porque nos va haciendo quienes somos. Y cada día habrá una mejor
versión de mi o de ti .
No es fácil, pero la decisión sobre
qué hacer con las consecuencias de nuestras decisiones hace la diferencia. Como dijo SpiderMan: “Son las
decisiones las que nos hacen ser quienes somos, y siempre podemos optar por
hacer lo correcto” (él no es un gran referente, pero esa si es una verdad obvia
y digna de considerar).
La decisión después de la decisión hace la diferencia…
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