(Esta reflexión la escribí hace aproximadamente un año, hoy tiene aún más sentido para mi)
Hace dos días vi la película “Cuando
Nietzshe lloró”. En el films el filósofo comprendía como una
desventaja el hecho de que “otro lo ayudara, se acercara o
intentara tener un contacto emocional o de cualquier tipo con él”,
pues era una forma de dominio. Cuando se es dominado, se pierde
poder y autonomía. Por lo tanto, según su lógica, no debemos
permitirnos la vulnerabilidad.
Al ver esto en la película, de
inmediato me dije: él está equivocado, eso no es vivir. Pero pensé
un poco más y algo de lógica había en sus palabras. En estos días,
debido a muchos elementos que me rodean, he estado pensando en mi
propia fragilidad, en cuán vulnerable soy ante los demás, hasta que
parte de mi le permito llegar al resto y el inmenso poder que les
otorgo al hacerme susceptible a ellos.
Cuando alguien llega a lo profundo de
nosotros tiene poder, sus palabras son determinantes, sus actos son
determinantes, todo lo que el otro haga o no haga determina algo en nosotros. Y
así como puede construir e impulsarnos a ser mejores, puede
destruir y hacernos sentir peores. Por lo tanto, Nietzshe sí estaba
en lo cierto. Entonces… ¿Por qué algo no me cuadra aquí?
¿Por qué cada vez que me hago accesible también me hago potencialmente “dañable”? ¿Por qué cada vez
que alguien se hace accesible a mí soy potencialmente “un
peligro”? OK, esto tiene que ver con la mirada que se le está
dando al asunto y esta es la mirada errada.
La vulnerabilidad no es una desventaja,
es un privilegio. Entonces... ¿por que es tan aterrador ser
vulnerable? Pues porque es un privilegio por el que sí se debe pagar
un precio.
Es un privilegio poder andar por la
vida sin caretas y posturas. Es, realmente, liberador dejar de vivir
con mecanismos de defensa. Pero es, igualmente, arriesgado, porque no
sólo dejaremos ver lo bueno de nosotros, sino también, lo que nos
parece malo. Yo intento ser un libro abierto; de esta forma me
arriesgo, cada vez que hablo, a mostrar las verdades desde mis ojos;
que, por cierto, no siempre serán objetivas (por no decir que,
derechamente, para los demás muchas veces serán erradas). Así, estaré muchas veces expuesta a juicio y a critica, pero ¿a caso no
lo estaré también cuando use mascarás? Así estaré susceptible a
que me dañen, pero también estaré receptiva a que me ayuden a
crecer. En el fondo ser vulnerable es tener la libertad de amar y
amarse.
La vulnerabilidad es un voto de
confianza ¿Traicionarán nuestra confianza? SÍ ¿Traicionaremos
nosotros mismos nuestra confianza? SÍ ¿Traicionaremos la confianza
de otros? SÍ… pero vale la pena la libertad de ser quienes somos.
Vamos aprendiendo a amar quienes somos y permitir a otros amarnos,
como también permitimos a otros poder ser libres con quienes son y, de
esa forma, amarse y amarnos. “Si dejas tu mascará, me será más
fácil dejar la mía; sí dejo la mía, te ayudaré a abandonar la
tuya”.
Hace algún tiempo vengo escuchando
muchas versiones de lo que, supuestamente, es amar… pero amar, en mi
opinión, es al final “pasar las barreras que nosotros mismos nos
hemos creado para vernos de verdad”. Quizá nuestro esfuerzos por
ser vulnerables no sean apreciados, pero sabremos que hemos pasado
esas barreras y amaremos con sinceridad.
He aprendido que “Ser vulnerable no
me hace menos, ser débil no me hace menos, ser frágil no me hace
menos… quizá para esta sociedad competitiva e individualista y
bla, bla, bla, Sí; pero para los valores en los que creo,
definitivamente No” Mi fortaleza no esta en lo fuerte que
'aparento' ser; sino más bien en lo débil que realmente soy...
“Porque en mi debilidad lo veo a Él más fuerte” y es allí
donde todo esto tiene sentido... en la persona de Cristo, que nos
llama a amar como Él nos amo, derribando todas las barreras
culturales (nuestra cultura nos enseño a escondernos) y personales
(nuestra historia nos enseño a protegernos). Amar, amarlo a Él para
poder amarnos y amar al resto desde la realidad de quienes somos.
Ser vulnerables es una decisión
(diaria)… no es fácil, pero creo que vale la pena.
La vulnerabilidad es, al final, aprender en el camino de lo vivido y seguir intentando ser vulnerables. No es ser
victimas, sino voluntarios. No es ser ilusos, sino intencionados. No es ser indefensos, sino esperanzados.
Aceptemoslo,
queriéndolo o no, seremos frágiles de todas formas, el punto está en
serlo por consecuencia de la vida (llenos de mascarás) o por opción
(en libertad).
Yo quiero ser vulnerable. Mi oración
es que las circunstancias, los contextos, las vivencias no
desgasten mis ganas de amar a los otros, no corrompan mi esperanza,
no endurezcan mi corazón. Quiero ser cada día más humana, menos
artificial. Es seguro que
muchas veces fallaré en mi intento, pero podré ir a la Cruz
diariamente para recordar la verdad... “sólo con las fuerzas de Él
puedo amar (a mi y a los demás)”
Esta
es la opción que yo he tomado...
¿Cuál es la tuya?
No hay comentarios:
Publicar un comentario