miércoles, 24 de julio de 2013

Señor, pero...

Estos han sido tiempos de introspección para mi  y son varios los temas diversos que afloran. Por lo mismo, hoy por hoy, se me hace un poco complejo definirlos, sin embargo quiero compartir lo que voy aprendiendo y re-aprendiendo. ¿Cómo hacerlo si no puedo escribir sobre algo sin que surjan otros temas cruzados y me enrede?... pues comparto algo intimo que es reflejo de mis procesos. Eso, para mi,  es un riesgo  porque cada cual podrá sacar sus propias conclusiones, pero ya que... Esta es mi oración de estos días:

Señor, sé que tienes el control de todo, 
Te alabo porque sé que lo tienes y me lo has demostrado, 
pero, Señor, hay tanto que yo no entiendo. 
Hay tantas conclusiones lógicas en mi mente 
de los por qué, los para qué y los cómo, 
pero, Señor, cuando viene la angustia la lógica desaparece, 
Señor, se tu mi calma más allá de la razón.

Señor, tú eres el amor supremo y el abrazo constante, 
Te alabo porque lo vivo y me lo demuestras hoy, 
pero, Señor, hay afectos que duelen 
No dejes que mi corazón se cierre 
Ni que la esperanza que has puesto en él se corrompa por ver la realidad a través de mis ojos. 
Señor, déjame mirar mis circunstancias con los ojos tuyos, 
Ver la vida a través del filtro del amor de Cristo. 
  
Señor, sé que eres perdón y misericordia 
Te alabo porque por ello vivo y hoy más que nunca me lo has demostrado 
Pero, Señor, me olvido de dar lo mismo a los que me dañan 
Hazme ir más allá de mis propios juicios 
Enséñame a perdonar  y a perdonarme 
Sabes que en mis fuerzas no puedo 
Aquí está mi corazón dispuesto.     

Señor,  tú eres  fuerte y sabio 
Te alabo porque me sostienes y lo has demostrado. 
pero, Señor, me veo frágil ante mi adversidad 
Dame el valor de aferrarme a tu fortaleza y dejar de buscar la mía 
No dejes que las vivencias me endurezcan y adquiera posturas o mascaras 
Sino que adquiera sabiduría y sinceridad 
Señor, que en todo prevalezca tu palabra y tu verdad. 
   
Señor, déjame verte en todas mis circunstancias. 
Señor, enséñame a glorificar tu nombre más allá de mis "PEROS"
Señor, se mi SEÑOR. 
Amén!

sábado, 20 de julio de 2013

La decisión después de la decisión hace la diferencia…

 
 Parte inevitable de la vida es verse  enfrentado a decidir, y parte de decidir es la consecuencia que trae cada decisión.  No siempre decidimos tan conscientemente, pero siempre seremos consientes de las consecuencias que recibimos luego de decidir

  En esto de las consecuencias tenemos dos: unas que nos agradan así que llamamos “aciertos” y otras que, definitivamente, nos desagradan así que las llamamos “error”. Los aciertos son buenos, pues siempre vemos su beneficio, pero los errores son tortuosos porque es la decisión que hemos hecho que nos hace sufrir, en mayor o menor intensidad. Lo que es agravado porque no sólo nos hace sufrir a nosotros, sino a todo aquel que se vea involucrado en la esfera de causas y efectos a partir de una decisión nuestra.

  Las consecuencias son inevitables y equivocarnos será parte intrínseca de la vida (no voluntariamente, por cierto), así que podemos torturarnos por nuestros errores dejando que ellos nos aplasten, ignorarlos (eso jamás resulta) o reciclarlos. Reciclamos cuando sacamos todo aquello que puede ser útil de ese error, que por lo general es aprender a decidir de mejor manera. Pero que también es aprender a hacer o no hacer, a decir o no decir porque el aprendizaje siempre nos llevará a acciones concretas. Aprender nos hace crecer y crecer siempre es bueno, así que esta es la parte reciclable del error.

  El tiempo no vuelve atrás y no podemos cambiar lo que hemos hecho o  lo que no hemos hecho, pero el tiempo avanza y la esperanza está en que cada día es una nueva oportunidad (sus misericordias son nuevas cada día...). Sin embargo el pasado debe reciclarse, debe amarse y valorarse porque nos va haciendo quienes somos. Y cada día habrá una mejor versión de mi o de ti .

  No es fácil, pero la decisión sobre qué hacer con las consecuencias de nuestras decisiones hace la diferencia.   Como dijo SpiderMan: “Son las decisiones las que nos hacen ser quienes somos, y siempre podemos optar por hacer lo correcto” (él no es un gran referente, pero esa si es una verdad obvia y digna de considerar).


La decisión después de la decisión hace la diferencia…


viernes, 12 de julio de 2013

Estar dispuesta a... ¿TODO?

  Volví hace algo más de una semana de mi viaje y he debido tomar decisiones que para mí son, realmente, importantes. Decisiones que no me han sido fáciles porque optar por una cosa implica dejar otra y  porque en la toma de decisiones he debido sopesar que es lo más importante para mí,  pero al tomar estas decisiones intente llevar a mi vida cotidiana las lecciones que he aprendido y  que en el día a día voy re-definiendo.  La que hoy se hace más latente es esta:

Mientras estuve en Venezuela me enfrente a este relato “En cierta ocasión 3 hombres se acercaron a Jesús con la intención de seguirlo, uno por uno manifestó su intención y Jesús les dio una respuesta que de seguro no esperaban  Al primero dijo: Los hombres (o mujeres) no tendrán donde poner la cabeza; al segundo dijo: No entierres a tu padre, ve y predica el evangelio; al tercero le dijo: No te vayas a despedir de los que están en tu casa”.(Lucas 9: 57-62). 

  Al leer esto yo me dije a mi misma: ¿Eso le respondió Jesús a estos hombres que estaban dispuestos a seguirlo? ¿Acaso Jesús se contradice? ¿No es este el mismo Jesús qué dice que debemos amar al prójimo como a nosotros mismos y más aún como el mismo nos amó? Si para seguirlo debo abandonarme a no suplir mis necesidades… ¿cómo amaré a otros como a mí misma? Si para seguirlo debo dejar a mis padres y a los de mi casa… ¿Cómo amaré a mi prójimo? ¿No son mis padres y mis seres queridos mis prójimos más cercanos a los que debo amar?

  Entonces replantee lo siguiente: Al primero le dijo que no supliría sus necesidades, pero Lucas 12 (22-31) dice que nuestro Padre sabe de qué tenemos necesidad, así que nosotros no nos preocupemos; sino que busquemos su reino y su justicia y lo demás será añadido. Conclusión: Jesús no se puede estar refiriendo a que al seguirle necesariamente estará desamparado y sus necesidades básicas no serán suplidas. Al segundo le dijo que no fuera a dar sepultura a su padre, pero Efesios 6 (2 y 3) dice que se debe honrar a los padres y que este es el primer mandamiento que tiene una promesa añadida (tener larga vida). Y sabemos que dar sepultura, en esa cultura y en la nuestra es honrarlos. Conclusión: Jesús no puede estar refiriéndose a que deshonre a sus padres o los abandone. Al tercero le dijo que no se fuera a despedir de los de su casa para que anunciara el reino, pero debemos proveer para los de nuestra casa primero, ejemplo de ello es lo que dice 1° Timoteo 5 (8), refiriéndose al apoyo económicos, si alguien da ofrenda al templo y no provee primero para los suyos es un hipócrita. Conclusión: Jesús no puede estar refiriéndose a que debe ver por los demás antes que por los de su casa.

¿Qué quería decir Jesús? Y fue cuando recordé que en los versículos anteriores los discípulos discutían sobre quién era el mayor y Jesús intento que ellos entendieran qué era ser su discípulo, entonces lo de estos tres personajes no era diferente. Si querían seguirlo (ser sus discípulos) debían entender algo y eso era “Que aquel que mira atrás al poner la mano en el arado nos sirve para el reino” (Luc 9:62) “Que aquel que no deja TODO no puede ser su discípulo” (Luc 14:33).

 ¡Rayos! (Pensé), quiere que lo deje TODO… y recordé: “Donde está su tesoro está su corazón”. Jesús no les dice eso porque se deba dejar a los seres queridos y debamos ser mendigos por la tierra, sino porque Él los confronta con aquello que es su tesoro. Esas cosas eran lo que estaba en primer lugar en sus corazón. Ellos no podían servir para el reino y ser discípulos, no porque fueran discriminados, sino porque si Jesús no es lo primero en el corazón, simplemente, estaremos limitados para ser verdaderamente sus discípulos.

  Esto me puso en la siguiente encrucijada: Donde está mi tesoro esta mi corazón ¿Cuál es mi tesoro? ¿Qué habría dicho yo si hubiera sido uno de ellos? ¿Qué ocupa el primer lugar en mí corazón?... y me dije: ¿Cómo puedo saber eso? y automáticamente me respondí: Sin considerar a  Dios en esta pregunta ¿Qué es aquello que no quisiera dejar nunca? Eso es lo primero en mi corazón… lo supe enseguida, creo que durante toda mi lucha con el texto lo supe y aun así me sentía sorprendida y avergonzada de que el primer lugar  en mi corazón no lo tuviera Jesús.

  Pero hay algo que realmente me animó y que hoy me llena de esperanza. La palabra no dice si estos tres estuvieron dispuestos a dejar TODO para que Jesús tomara el primer lugar, pero sí dice en el capítulo siguiente (Luc 10) que 70 personas SÍ estuvieron dispuestas a dejarlo todo.

  Al volver a Chile hubo una decisión más difícil que todas las otras y lo fue porque tenía que ver con aquello que en mi enfrentamiento con el texto había descubierto que ocupaba uno de los primeros lugares. No fue fácil decidir en actos concretos que Jesús tomará el primer lugar y sé que a lo largo de la vida deberé seguir decidiendo por Jesús (y no con menos dificultad) en eventos a destacar (como lo fue este para mí) y sobre todo en la vida cotidiana.

  Pero cuando esos 70 estuvieron dispuestos Jesús les dijo y nos dice hoy: (Luc 10:2) “La necesidad es mucha y los dispuestos son pocos, pero oren al Señor para que envíe a más que estén dispuestos”. Oremos, para que envíe a más, oremos para que nos envíe, oremos para que estemos dispuestos. Oremos para que Jesús tenga el primer lugar en nuestros corazones.





“Donde está mi tesoro
 esta mi corazón”

 “Donde está tu tesoro 
esta tu corazón”

lunes, 8 de julio de 2013

Transiciones...

 La transición es el  estado intermedio de lo antiguo a lo nuevo. Siempre estamos  en transición, pasamos de estar dormidos a despiertos, de hambrientos a saciados, de tranquilos a enojados, de  tristes a contentos. Y es fácil definir el antes y el después luego de que todo ha pasado o simplemente imaginarlo antes de que pase, pero que pasa cuando nos encontramos en medio… en ese estado que estamos somnolientos, ni tan dormidos, ni tan despiertos; cuando estamos con un vacío en el estómago a pesar de estar comiendo; cuando no hay expresión visible pero dentro nuestro está por estallar el volcán de molestias por alguna situación; cuando estamos cabizbajos pero con un halo de esperanza… en todos esos estados medios nos sentimos confundidos.

 En estos días me he sentido así, medio desorientada, medio confundida, medio aturdida. En mi caso la transición actual fue detonada por “El viaje”. Y digo “el viaje” porque no solo se trató de ese tiempo en el que cambie de lugar geográfico; sino un viaje por lo que soy y que cambio lo que soy.  Al irme, al igual que yo, la realidad que dejaba era de una forma, al volver, al igual que yo,  la realidad con la que me encontraba era ya diferente. El ir y volver, la adaptación a la realidad presente no es tan fácil como definir el antes y el después, pero se puede vivir de dos formas creo yo. Ya que es inevitable vivir estos estados intermedios se tiene estas dos opciones: se pueden odiar y sufrir en desesperación constante o se pueden aprender a amar y sufrir en esperanza constante.   Leía lo siguiente:

“En esta vida todo tiene su momento… el momento en que se nace, y el momento en que se muere…  el momento en que se hiere, y el momento en que se sana…  el momento en que se llora, y el momento en que se ríe… el momento en que se sufre, y el momento en que se goza… el momento de la bienvenida, y el momento de la despedida…”
 Al leer esto me parecía que solo se contemplaban los momentos definidos ¿y qué hay de las transiciones? ¿Cómo se supone que pase del llanto a la risa? ¿Cómo se supone que viva la bienvenida de lo que no esperaba y la despedida de aquello que no quiero despedir? Y  sí, aquí es donde nace el reproche, y el reproche es parte de la transición, porque el cambio jamás será agradable al principio. Pero junto con el reproche viene también la decisión de cómo vivir esto.

 Y al leer nuevamente lo ya citado, me pareció tan claro, los estados son eso, no hay más “nada nuevo bajo el sol” se pasa de uno a otro y si hoy lloro, mañana reiré, y si hoy río  lo quiera o no, en algún momento lloraré “nada nuevo bajo el sol”… pero algo que tampoco es nuevo es esta promesa que Jesús hizo a sus discípulos en un tiempo de transición para ellos (Jn 13 y 14) “Mi paz les dejo, mi paz les doy; yo no la doy como se las dan las cosas de este mundo. NO se perturben sus corazones, ni tengan miedo”.

Fases de transición de la luna



Opto por aprender a amar este tiempo y sufrirlo en esperanza constante,
“no hay nada nuevo bajo el sol”, 
pero como siempre 
“Su paz me deja, su paz me da…” 
¿Por cuál opción decides tú?

domingo, 7 de julio de 2013

¿Por qué me decidí a escribir?

Hace algún tiempo, cuando comencé de forma “oficial”  mi trabajo en la misión estudiantil, un amigo me recomendó que escribiera lo que iba viviendo y aprendiendo en este camino  porque de alguna forma podría ser útil para otros o para que yo misma pudiera ver mi camino recorrido. Escribir es algo que siempre hago, sólo escribiendo puedo ir comprendiendo el mundo a mi alrededor,  pero escribir para que otros lean lo que escribo es algo muy diferente.

Me decidí a escribir porque creo que lo necesito; Sí, lo sé… no parece una gran razón, ni tiene mucha nobleza, pero es simplemente eso.  Creo que necesito compartir lo que siento mío, necesito ser testigo de las cosas simples y sencillas que me llenan de esperanza y que espero,  que de alguna forma, traspasen esa esperanza a alguien más.

Han pasado meses desde esa recomendación  de escribir (que no considere mucho en un principio), pero hoy comienzo con esto y vamos a ver con el tiempo cómo me va. Pero a pesar de cómo me vaya expreso en palabras de Gabriela Mistral mi sentir de este momento y que espero sea el sentir que permanezca en mí durante todos mis tiempos:
 Maestro… Yo no buscaré sino en tu mirada la dulzura de las aprobaciones”